miércoles, 28 de enero de 2015

El universo me manda señales


Martes. Seis de la tarde.

Consigo quitarme de encima a un compi de trabajo para salir echando leches rumbo a mi casa, a coger la bolsa de deporte (que me había olvidado por la mañana, ains).

Se me va un bus, el siguiente viene lleno y no para y consigo subirme al tercero.

Se me va un tren y el siguiente tarda siete minutos.

Se me va el metro y el siguiente tarda cuatro minutos.

El universo estaba intentando decirme algo. 

Del metro a mi casa iba, como siempre, buscando excusas para no ir al gimnasio. 

"Hay que poner una lavadora...colocar el pedido apocalipsis zombi-gato..."

 (Inciso: así lo llamamos el costillo y yo cuando hacemos un pedido gigante de comida para gatos, porque en caso de apocalipsis zombi los gatos no pasarían hambre)

(Inciso 2: si, soy fan de The Walking Dead)

Pero me acordé de todos los carteles motivadores-oletu-vamosya-gogogo-aputotope que hay por la red:



Así que llegué, eché todo a la bolsa y me largué otra vez. 

Y llegué al gimnasio con el tiempo justo de cambiarme y llegar al yoga.

Sólo que no había yoga.

Perdona, como?

Pues eso. Que después de quedar mal con mi compi ("apáñatelas que yo me piro, coleguita") sufrir el puñetero transporte público y dar esquinazo a mis excusas, me encuentro con una clase de pilates?????????

Ganas de matar aumentando.

Sin Yoga y sin cerveza Silvestre pierde la cabeza

Resultó que la profe de Yoga había caído en los brazos del Príncipe Gripazo. Y no habían conseguido a nadie a tiempo para dar su clase.  

Ya conocía al profe porque también da Bodypump, y me cae bien. Punto a favor. 

Ganas de matar disminuyendo.

Nos empieza a dar una charla, explicándonos que es mejor hacer pilates que yoga porque bla, bla, bla.

Y luego nos dice que él es un crack en yoga pero que no, que nos da pilates.

Ganas de matar aumentando.

A ver, alma de cántaro: si tú sabes dar yoga y las que estamos allí hemos venido a yoga, por qué no das yoga!!!???

Por supuesto se lo pregunté. "Y es que además luego hay otra clase de pilates", añadí.

Con un poco de rabia contenida, he de decir. 

Y resultó que fue adicto al Yoga, el colega. Que se metió demasiado, que no hacía otra cosa, que es experto en Hatha y Asthanga, pero que le metieron mucha presión para que diera Kundalini. 

Kundaqué?


Y claro, te cuenta todo eso y no te puedes reír. Tienes que asentir y disimular, como si entendieras lo del Asthanga ese. 

Porque eres Yogui aunque lleves dos clases. Y un Yogui se informa, amigas.

En fin, que hicimos pilates y la clase en si estuvo bien. 

Ganas de matar disminuyendo.

Aunque entre la charla inicial el-yoga-es-el-mal y la relajación posterior, dimos media hora escasa. 

Tenía que haber hecho caso a las señales del universo y haberme quedado en mi casita con mi lavadora y mi apocalipsis zombi-gato.

O haberme quedado a la segunda clase de pilates, pero con lo poco que me gusta, como para dar dos seguidas. Ja. 

Hoy según mi planning tendría que salir a correr, pero lo voy a pasar al jueves, porque tengo cita con el fisio, para que me sobe un poco los trapecios que los tengo hechos un asco. Tendría que haber ido hace meses, pero mientras no cambien los días y los pongan de 30 o 35 horas, no me da la vida.

Mañana os cuento.




























No hay comentarios:

Publicar un comentario